Sin embargo, a pesar de lo antiguo, todo está sorprendentemente bien mantenido. La limpieza es impecable, las camas son cómodas y todo funciona como debe ser, desde el aire acondicionado hasta el agua caliente. El servicio también es un punto muy fuerte; el personal es atento, cordial y siempre dispuesto a ayudar. Si bien el estilo puede no ser para todos, se compensa con creces por el confort y la calidez del trato. Un lugar que demuestra que lo clásico, bien cuidado, todavía puede ofrecer una muy buena experiencia.