El hotel es muy nuevo, con una decoración moderna. Muy limpio. Tiene una piscina infinita encantadora en la cuarta planta con buenas vistas . El desayuno está bien, pero nada excepcional.
Muy agradable el detalle de invitar a una botella de vino, y una botella de agua de bienvenida, se agradece el detalle. La ropa de cama con un tacto suave, pero no tanto las toallas, que eran un poco ásperas. En las amenities eché de menos acondicionador para el cabello y set dental. El parking del hotel tiene un buen precio, 9 € por día, y es muy cómodo.
Si te hospedas en las plantas altas podrás disfrutar de bonitas vistas, pero procura que no te den la plata baja porque tendrás una vista horrible. La situación del hotel es poco aconsejable, está un poco "en medio de la nada". Lejos de la zona turistica y de la playa(aunque hay un autobús gratuito del hotel). Está más o menos cerca de una plaza-paseo frecuentado por los lugareños, con un ambiente más auténtico y con bastantes cafeterías y restaurantes. Si vas por allí no dejes de tomar un helado muy especial y riquísimo que hacen de forma artesanal en el momento con ingredientes frescos. El personal del hotel muy agradable y atento. Toman bastantes medidas por el tema del Covid, yo me sentía bastante segura.