Desde el primer momento de nuestra llegada nos atendieron con mucha amabilidad, paciencia y una gran sonrisa, a pesar de las dificultades del idioma.
Utilizamos el parking del hotel (hay que rodear el edificio y acceder a él por la parte de atrás, que coincide con una plaza). Una vez en él, hay que subir hasta la planta 9 que es la que el hotel tiene asignada para sus clientes, y desde allí mismo podíamos acceder a los pasillos del mismo hotel Mercure. Estuvimos tres días y pagamos alrededor de 34 euros (creo que en ese precio estaba incluido el impuesto de alojamiento).
Nosotros habíamos reservado con tiempo una habitación doble con dos camas supletorias. Nuestra sorpresa fue entrar y ver que nos habían dado dos habitaciones contiguas unidas por una puerta interior. Unas habitaciones muy grandes, con dos servicios amplios y modernos. Y todo muy limpio. Además, para darnos la bienvenida todos los días nos dejaban un bombón para cada uno, y la posibilidad de hacernos en la misma habitación un café o infusión. (Cuando llegábamos por la noche al hotel, se agradecían).
No utilizamos el servicio del desayuno, ya que nos cobraban 15 euros por persona. Me pareció algo caro, aunque viendo la calidad en general del hotel, imagino que estaría estupendo.