El hotel es de construcción escalonada siguiendo la pendiente del terreno y dentro de un entorno vegetativo bello y relajante. Todas las habitaciones tienen vistas maravillosas. La que a mí me tocó tenía como telón de fondo el mar y la bahía de Palma. 2 piscinas separadas a distinto nivel del terreno, en lo más alto, para descansar y disfrutar plenamente rodeadas de pinos y árboles, con vistas y con servicio de bar (no hay los que perderse el espectáculo de música y luces que ofrecen en este espacio en la tarde-noche de los jueves: realmente encantador si a ello sumamos la presencia y el resplandor de luna llena que a mí me tocó). Al costado 2 pistas de tenis y un minigolf siguiendo la verticalidad del terreno, ah!, y un rincón muy acogedor para la lectura y descanso en lo más alto tipo pérgola pero de piedras. Si quieres playa está la maravillosa calita de Illetas a 10 minutos bajando andando y para volver, si eres vago como yo, coges el autobús de línea (1,50€) que te deja en la misma puerta del hotel y si quieres darte una vuelta por Palma coges el mismo autobús (1,50€) y en media hora llegas. Todas las tardes ofrecen música en la terraza del hotel, junto a la entrada y, si quieres cambiar puedes acceder libremente al espectáculo que ofrecen en el hotel Bonanza playa, cruzando nada más la calle.